La comida turca, con su rica paleta de sabores y texturas, es el legado viviente de un vasto imperio que se extendió por tres continentes. Esta gastronomía, heredada de la era otomana, ha absorbido y refinado los gustos de numerosas culturas, desde los antiguos griegos hasta los persas, creando un mosaico culinario único en su tipo.
Dentro de la cocina turca, los ingredientes frescos son esenciales, y la carne, en particular el cordero y el pollo, a menudo se marinan con especias como el comino y el pimentón antes de asarse. Los granos, como el trigo y el arroz, se incorporan en una variedad de formas, mientras que las verduras frescas a menudo se cocinan lentamente para conservar su sabor. Las técnicas de cocina varían desde el asado hasta el estofado, con un toque distintivo en la preparación de guisos ricos y salsas aromáticas.
El kebab es quizás el plato más icónico, con carne marinada y asada, a menudo acompañada de verduras frescas y yogur. El baklava, por otro lado, es una delicia dulce hecha de capas de pasta filo, intercaladas con nueces y empapadas en jarabe. Por último, el mezze es una experiencia culinaria en sí misma, ofreciendo una variedad de platos pequeños que varían desde hummus hasta dolmas, pasando por patés y ensaladas.